The Dybbuk, basado en textos de Szymon Anski y Hanna Krall
Pais Polonia. Idioma Polaco, duración aproximada 2 horas y 20 minutos sin intermedio.
Un trabajo intenso, que explora una faceta inquietante del folclore judio con impresionantes imágenes sobre el escenario y con una todavia más impresionante banda sonora.
El director polaco Krzysztof Warlikowski, mezcla dos relatos de dybbuks- Almas cuyas vidas terrenales terminaron prematuramente y que regresan para habitar un cuerpo vivo- en un espectáculo de dos horas y media sin interrupciones cargado de frases de resonancias místicas.
Una de las historias, sacada de una obra de 1920 de Szymon Ansky, se centra en una joven que debe elegir entre verse obligada a casarse contra su voluntad o ser poseida por el alma de su verdadero amor, que murió joven.
La otra, basada en un relato reciente de Hanna Krall, trata sobre un hombre que desde la infancia ha estado habitado por un hermanastro muerto en el gueto de Varsovia, con el nacimiento ahora de su propio hijo , el hombre debe decidir si expulsa a u visitante sobrenatural.
Estas historias pueden interpretarse como cuentos terroríficos o pueden interpretarse como la alegoría de Warlikowski, de la conexión del judaismo con Polonia en el último siglo - si abrazar ese pasado, como en la primera historia o dejarlo de lado, como en la segunda. Ninguna de las dos opciones es fácil.
The Dybbuk, presenta una imagineria alucinatoria - una parte recuerda una especie de cabaret a cámara lenta, con un hombre que se desnuda con aire decadente mientras la mujer se viste. Pero justo cuando el ritmo letárgico y los espaciados diálogos empiezan a entumecerse, llega la sorpresa. Especialmente hipnótico resulta un efecto visual proyectado en la parte trasera del escenario, que parece representar el mundo de las tinieblas, con una serie de animales y una mujer semidesnuda apareciendo repentinamente.
Dybbuk es un espiritu condenado que toma posesión del cuerpo de una persona viva, el espiritu quiere ser vengado del pecado cometido, pide reparación del mal y la injusticia experimentados en vida poseyendo el cuerpo de un familiar.
Dybbuk es la continuación de la vida, ha dicho Warlikowski. Es también el testimonio de la transmigración de espiritus. En estos días, es la personificación de la memoria de la que no queremos desprendernos, que queremos cultivar en nosotros mismos, la memoria que tiene el poder de salvarnos.
El comienzo es extraño, casi anti-teatral, nos adentra en una realidad desconocida, nos convierte en una comunidad. Los actores hilan las historias como si las acabaran de escuchar, de aprender, se escuchan atentamente entre si. Evocan los mundos olvidados como si evocaran al dybbuk. No hay telón. El escenario es una estructura metálica dividida en dos. La parte mas grande tiene un suelorojo y blando, viejos aparadores con espejos se sitúan a ambos lados. Una pared de madera cierra la zona. El suelo de la otra zona es de hojalata, la mesa está cubierta con una tela blanca. Al frente hay siete sillas en fila: los actores se sientan, relajados, todavía no están preparados. La luz cambia y el primer actor comienza el relato.
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